Los Regalos de Eykis de Wayne Dyer
Y Eykis empezó a hablar...
—Ante todo, tenéis que aprender a cultivar vuestro
jardín. He observado que la mayor parte de vuestros
problemas, de vuestras dificultades, de vuestros sufrimientos y
actitudes autodestructivas nacen de que ignoráis esa necesidad.
Cultivar vuestro jardín significa que, como individuos que sois,
debéis centraros primeramente en el único terreno sobre el cual
disfrutáis de absoluto dominio, es decir, vosotros mismos.
Después, cuando hayáis puesto en orden vuestra vida, podréis
ayudar a quienes necesiten y pidan vuestro auxilio. Vuestra
realidad os impide ser distintos de lo que sois; sin embargo,
parecéis mirar críticamente los jardines ajenos. Ya que todos
gozáis de libre albedrío y podéis cultivar lo que os acomode, no
tiene sentido que os preocupéis por lo que cultivan otros, a no
ser que estorben el derecho del prójimo a la autodeterminación.
Si vuestros vecinos prefieren las judías verdes a vuestras
calabazas, aceptadlo así. Si vuestros hijos deciden abonar y
vosotros preferís la rotación de cultivos, dejadles que lo hagan
así. Si vuestro cónyuge desea plantar flores y dejar vivir las
malas hierbas, y vosotros preferís unas pulcras hileras de
hortalizas de colores diferentes, así es como debéis disponer
vuestros respectivos jardines. Si arregláis bien vuestro propio
jardín, cultivando lo que prefiráis, con métodos que os
interesen, estaréis tan ocupados viviendo y actuando que no os
quedará tiempo para criticar los jardines del vecino. Tendréis
tiempo de admirar y aceptar lo que otros han creado, y de
ayudar a quienes os lo pidan, o de ayudar en la tarea de que
nadie cultive cosas que perjudiquen de algún modo el derecho
de los demás a cultivar sus propios jardines. El atender al
propio jardín significa aceptar a los demás como perfectos, no
desear cambiar ni corregir a quienes se ama, y dedicar la propia
energía vital a ser una persona tan feliz, realizada y moral como
sea posible. Dado que vuestra realidad os prohíbe entrar en los
jardines ajenos, ¿por qué no adaptar vuestro pensamiento a tal
realidad, olvidar cuánto os disgusta lo que hacen algunos con
sus jardines? El que a uno le agraden o no las actividades y
formas de vida del prójimo es algo que sólo le acarreará
disgustos y le creará problemas en sus relaciones. Además,
debéis poner en orden vuestra propia vida antes de poder
ayudar a otros o de aplicaros a mejorar vuestro mundo. Si todos
los terrícolas recordasen este pequeño secreto, pronto quedaría
eliminada la infelicidad en casi todas sus formas.
Este es un extracto del libro Los Regalos de Eykis de Wayne Dyer, libro que me ha sorprendido pues no tiene nada que ver con los que nos tiene acostumbrados, aún así cada párrafo es una lección para todos nosotros.
Gracias....
—Ante todo, tenéis que aprender a cultivar vuestro
jardín. He observado que la mayor parte de vuestros
problemas, de vuestras dificultades, de vuestros sufrimientos y
actitudes autodestructivas nacen de que ignoráis esa necesidad.
Cultivar vuestro jardín significa que, como individuos que sois,
debéis centraros primeramente en el único terreno sobre el cual
disfrutáis de absoluto dominio, es decir, vosotros mismos.
Después, cuando hayáis puesto en orden vuestra vida, podréis
ayudar a quienes necesiten y pidan vuestro auxilio. Vuestra
realidad os impide ser distintos de lo que sois; sin embargo,
parecéis mirar críticamente los jardines ajenos. Ya que todos
gozáis de libre albedrío y podéis cultivar lo que os acomode, no
tiene sentido que os preocupéis por lo que cultivan otros, a no
ser que estorben el derecho del prójimo a la autodeterminación.
Si vuestros vecinos prefieren las judías verdes a vuestras
calabazas, aceptadlo así. Si vuestros hijos deciden abonar y
vosotros preferís la rotación de cultivos, dejadles que lo hagan
así. Si vuestro cónyuge desea plantar flores y dejar vivir las
malas hierbas, y vosotros preferís unas pulcras hileras de
hortalizas de colores diferentes, así es como debéis disponer
vuestros respectivos jardines. Si arregláis bien vuestro propio
jardín, cultivando lo que prefiráis, con métodos que os
interesen, estaréis tan ocupados viviendo y actuando que no os
quedará tiempo para criticar los jardines del vecino. Tendréis
tiempo de admirar y aceptar lo que otros han creado, y de
ayudar a quienes os lo pidan, o de ayudar en la tarea de que
nadie cultive cosas que perjudiquen de algún modo el derecho
de los demás a cultivar sus propios jardines. El atender al
propio jardín significa aceptar a los demás como perfectos, no
desear cambiar ni corregir a quienes se ama, y dedicar la propia
energía vital a ser una persona tan feliz, realizada y moral como
sea posible. Dado que vuestra realidad os prohíbe entrar en los
jardines ajenos, ¿por qué no adaptar vuestro pensamiento a tal
realidad, olvidar cuánto os disgusta lo que hacen algunos con
sus jardines? El que a uno le agraden o no las actividades y
formas de vida del prójimo es algo que sólo le acarreará
disgustos y le creará problemas en sus relaciones. Además,
debéis poner en orden vuestra propia vida antes de poder
ayudar a otros o de aplicaros a mejorar vuestro mundo. Si todos
los terrícolas recordasen este pequeño secreto, pronto quedaría
eliminada la infelicidad en casi todas sus formas.
Este es un extracto del libro Los Regalos de Eykis de Wayne Dyer, libro que me ha sorprendido pues no tiene nada que ver con los que nos tiene acostumbrados, aún así cada párrafo es una lección para todos nosotros.
Gracias....
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